La pandemia no solo afectó la salud física de las personas, también afectó la salud mental, principalmente de quienes pertenecen a una comunidad educativa, ya que las actividades diarias implicaron modificaciones radicales, como falta de socialización, estrés por el encierro, preocupación permanente por los contagios, estrés por la monotonía de los días, el ingreso de la vida escolar en la privacidad de los hogares, eso sucedió en cada participante de la comunidad educativa, de acuerdo al rol que ocupa cada estamento.

En este contexto, es fundamental generar herramientas de autocuidado para la salud mental, que permitan enfrentar la contingencia y las nuevas variables emergentes en la “nueva realidad”, donde las personas están en un proceso de reencontrarse y firmar nuevamente un contrato social, de acuerdo a las características post pandemia de las personas.

Así, docentes, asistentes de la educación, alumnos(as), padres y apoderados, comprendan que la salud mental es el motor de todo el quehacer educativo, el sentido de bienestar favorece los distintos ámbitos de la educación y favorece el desarrollo; físico, cognitivo, emocional y social de las personas. Permite, darles sentido a nuestras vidas, a nuestras acciones, al planteamiento de nuestros objetivos, le dan pertinencia al proceso de enseñanza-aprendizaje, al construir una comunidad educativa sana en convivencia escolar.